El héroe caminaba junto a la pequeña e indefensa ave. La espada mágica apretada siempre contra su espalda, por si las dudas.
La noche era oscura, pero la luz llegaba por donde sea que pasara el polluelo. El héroe podía sentir el calor que emanaban las suaves plumas. Sabía que si tocaba al ave que venía dando saltitos atrás suyo se quemaría, se quemaría hasta los huesos en un instante y que ni con su manejo de los lápices o sus artes oscuras podría curarse, así que mantenía la distancia.
El héroe cuidaba al polluelo de las sombras que matan. El polluelo cuidaba al héroe de las sombras que no dejan ver.
Se protegían mutuamente de las sombras, mientras iban dejando un rastro de luz.
Se dirigían hacia las dos torres antónimas.
1 comentario:
Ok, y el resto de la historia mae?... ¡¿Qué espera mae?!
Nota: lea la última entrada de mi blog y RE-CA-PA-CI-TE...
Gracias totales.
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